martes, 28 de febrero de 2017

Para olvidar.

A veces, no basta con cerrar los ojos, para borrar los recuerdos, para anular las noches escritas y el imborrable grito de las almas.
Cuando llega la luna y se posa en su lecho, ese minuto imperceptible, se hace eterno y cubre la voz de silencio; luego, tus manos y tu cuerpo todo, batallan por ignorar la ausencia, justifican el lloro de la piel, con el otoño y la ansiedad con el hastío.
Para olvidar el recuerdo, hay que morir muchas veces y bañarse los sueños y los ojos y sacar de los labios el olor de los besos. Necesitas estar seguro de todas tus muertes y de los pasos perdidos y salvados, de aquello que no quieres. Pero si odias amar lo que amas, y te odias por no haber amado suficiente, o por no haber sido suficiente para amar, cerrar los ojos no basta.
No basta cambiar las sabanas y las caricias, los encuentros y los rostros; no basta con decirle al espejo, que eres otro y que ya no traes dolor en las ganas.
Para olvidar no basta con cerrar los ojos, es necesario el olvido.
M.L.
2016.

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