lunes, 12 de diciembre de 2022

Bienvenido sea el amor

 

Vengo desde el silencio,

desde un armónico espacio donde sólo hay vida

donde los sueños vuelan a la par de la esperanza;

y quiero hablar del amor

de esa fuerza que crece y se expande como el fuego,

que resucita de antagónicas muertes

y sobrevive a los ataques del odio;

de ese amor que esparce su voz en cualquier sitio,

en todos los confines de la tierra,

desde el infinito inconsciente colectivo

de aquellos que vibran en la dicha.

Quiero hablar de sus gritos libertarios,

de su llamado a la concordia,

de su voz que clama desde las rejas siniestras

de peligros inexistentes

que aplastan los sueños y conducen a guerras baldías.

 

Quiero hablar del toque de esperanza que trae en sus labios,

de la fe que aglutina y amasija regocijo;

del beso de paz anclado en deseos ancestrales

que no tiene bandera ni idiomas,

ni credos,

ni doctrinas.

Este amor cree en el negro y el blanco

en el rojo y el amarillo

y en la piel multicolor de la alegría,

de la sonrisa que supera al llanto.

 

Hablo de un amor de esquina,

de un amor de isla,

de barrio y techo,

de cuarto de hotel y de rio,

de sierra y valle verde,

de hembra y macho,

del cielo inmenso y todo el universo.

Es un amor con alas,

con aliento de mar y fuego

que gira en arreboles de esperanza desde los siglos;

desde allí,

donde nacen la alegría y el canto,

donde la poesía se viste de lira

y luego se reparte entre los hombres.

Este amor es luz,

sin mezquinos matices de egoísmo

y eleva su grito desde la piel de la tierra,

desde la sangre inocente que clama por justicia

y requiere el concilio de las almas;

un amor que clama por más amor,

que se depongan las guerras

y los llamados caóticos a la desdicha;

que cada mano alcance su fruto

el bocado vital para los sueños.

 

Bienvenido sea a nosotros su flama,

bienvenido en toda su hermosura,

bienvenido sea el amor.



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