Sueño húmedo.
Desanda en pequeñas porciones su propia isla,
su carne roja
y blanca
y lisa
y ardiente;
sin filosofías,
sin máscaras;
purifica en cada espasmo su voz,
hasta llegar al grito,
al clamor del vuelo,
del sudor y las sábanas.
Luego risa,
luego llanto,
paz,
silencio.
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