viernes, 17 de marzo de 2017

A un timador.

A un timador.
No sé, si fueron tus palabras lisonjeras
O tus agazapadas fullerías
Las que cegaron mis ojos;
O quizás, la miel de tu voz que engañó mi esperanza;
Dijiste la mentira que alegra, la que sedujo mi cuerpo
Y me dejó tras tu sombra.
Me hablaste en misterio, en lenguas extrañas,
De incompresibles sonidos,
Con huecas metáforas, timadoras de inocencia;
Jugaste tu juego, con reglas mezquinas, dolosas
Y con un beso callaste mis dudas,
Un beso turbio, lleno de tus mañas, Iscariote irredento.
Jugaste al caballero, alimentando tus ansias con plebeyas,
Con Dulcineas embaucadas, ciegas por tus loas.
Ya en el hades del llanto, agotadas mis fuerzas,
Un sol de paz, pequeño como un puño, me abrió los ojos;
Sacó mi piel del dolor
Y quebró las coyundas antiguas,
Los negros velos que envolvían mi alma.
Este sol pequeño de amanecer palpitante,
Enjugará los mares de mis noches;
Y tú, pobre timador de caricias,
Perderás el cielo.
Marelys Leyva 2016.


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